Carl Jacobsen
Todo empezó con la pasión de un hombre.
El grand tour original.
Hoy es frecuente que los estudiantes realicen programas de intercambio en el extranjero. Pero no era así cuando Carl era joven. Sin embargo, su padre, como era habitual en él, se avanzó a su tiempo y quiso que Carl se educara en toda Europa. Carl pasó cuatro años en Francia, Alemania, Austria y Escocia, donde se familiarizó con las cervezas británicas de alta fermentación. Regresó a casa con los dos tesoros de su vida: un enorme conocimiento sobre la cerveza y su prometida, Ottilia.
De tal palo, tal astilla.
Cuando Carl regresó, en 1871, J. C. le regaló una nueva fábrica de cerveza para regentar. El plan de J. C. era que Carl produjera Ale y Porter y le dejara la Lager a él. Pero subestimó el deseo que su hijo había heredado de él: producir la mejor cerveza del mundo. Al poco, Carl estaba produciendo cervezas que competían con las de su padre. En 1882, Carl estableció su propia fábrica de cerveza, que bautizó como Ny o New Carlsberg. A J. C. no le gustó que Carl utilizara el mismo nombre y lo llevó ante los tribunales. Pero Carl ganó la contienda. J. C. había encontrado a la horma de su zapato.
La belleza está para compartirla.
Carl no solo estaba obsesionado con la cerveza, sino que, además, era un apasionado del arte. Creció rodeado de arte y no tardó en comenzar su propia colección. Convencido del poder transformador del arte, abrió su colección privada al público y, en 1882, fundó la Ny Carlsberg Glyptotek en Copenhague. Tal como su padre había establecido la Fundación Carlsberg para apoyar la ciencia, Carl estableció la Nueva Fundación Carlsberg para patrocinar el arte. Padre e hijo probablemente tuvieran más en común de lo que ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir.
Juntos mejor que separados.
En 1906, la nueva y la vieja Carlsberg se unificaron oficialmente bajo la Fundación Carlsberg y Carl se convirtió en el primer director ejecutivo de la cervecería Carlsberg. Instituyó un fondo de pensiones e instauró la jornada laboral de ocho horas a sus laboriosos empleados. ¿Lo convirtió eso en el jefe más popular del mundo? Probablemente.